El origen del tatuaje no se conoce con certeza,
pero se cree que ya en el período Neolítico (hace mas de 5 mil años) existían
los primeros tatuadores por los restos encontrados a finales del siglo XX.
Desde entonces, los egipcios practicaban esta técnica de tatuaje. La momia más
famosa tatuada es Amunet.
El tatuaje ha estado siempre con el hombre y la
prueba de ello se encontró en 1991, cuando se encontró un cazador del Neolítico
en un glaciar con partes del cuerpo tatuadas.
En 1771, el Capitán Cook en su vuelta de
Tahití, volvió a introducir el tatuaje en la sociedad occidental, de ahí que
los tatuajes estén asociados a los marineros.
Un dato curioso es que Don Juan de Borbón
llevaba tatuado en su antebrazo derecho un recuerdo de su alistamiento en la
marina inglesa.
Hay una asociación que se hace entre la
delincuencia y los tatuajes porque los marineros embarcaban durante mucho
tiempo para evitar a la ley.
En los años 60 y 70 , los tatuajes volvieron a salir a la sociedad gracias a los hippies que los elevaron a ser un arte con diseños grandes y con mucho color. Hoy en día hay una aceptación social grande pero aún no es suficiente porque existen muchos prejuicios injustos sobre las personas que llevan tatuajes en sus cuerpos.
Se dice que el proceso de tatuaje es menos elaborado que antiguamente que era considerado un ritual para confirmar la madurez y demostrar el grado de valentía. Estos rituales aun se pueden ver en las tribus de Nueva Zelanda.
El tatuaje más artístico del mundo antiguo fue el de Polinesia que tenían diseños muy elaborados, que eran renovados durante toda la vida de la persona tatuada hasta cubrir todo su cuerpo.
El tatuaje se asoció a prácticas religiosas en Norte América. Los exploradores redescubrieron el arte del tatuaje.
El tatuaje sólo tuvo un éxito masivo durante la Guerra Civil aunque ya existia desde hacía siglos atrás en América.
El tatuaje entró en Japón, China y la India por medio de las rutas de comercio, en el año 100 a. C.
En Japón se tatuaba a las personas que habían cometido los crímenes más serios apartados después por sus familias por la deshonra que suponía
En Japón se tatuaba a las personas que habían cometido los crímenes más serios apartados después por sus familias por la deshonra que suponía
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